Sin los otros no podemos ser nosotros mismos
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Sin los otros no podemos ser nosotros mismos
¿Qué sería de un niño o una niña sin sus padres o sus compañeros? ¿Qué sería de un equipo deportivo sin otros equipos con quienes jugar? ¿O de un escritor sin sus lectores? ¿O de un artista sin sus admiradores? No, no perderían su dignidad de personas, pero tampoco aportarían a la vida la plenitud de la que son portadores por gracia de Dios.
“Somos familia”, repetimos una y otra vez en nuestros encuentros de Familia Salesiana. “Sentirse familia” no es solo participar y gozar de un encuentro de fiesta. “Ser familia” es pertenecer, es asumir y hacerse cargo de la realidad de los demás, es no poder vivir sin los otros miembros de la familia. Sin los otros, no podemos ser nosotros mismos. Sin los otros Grupos no podemos entendernos como SDB, como FMA, como SSCC ni como ninguno de los treinta y dos Grupos que conformamos la Familia Salesiana.
No somos “nosotros” y “los otros”, como si fuéramos solo vecinos de un condominio. La Familia Salesiana es una casa común, una escuela de vida, una comunidad espiritual, un ámbito de acogida y de encuentro, una misión común, parte viva de la Iglesia de Cristo y de la Humanidad entera. Con variedad de ramas diversas, brotadas de un único árbol, con variedad de carismas nacidos del grande y profundo carisma que el Espíritu Santo plasmó en el corazón de Don Bosco.
Es verdad. No hemos agotado las posibilidades de ser familia. También aquí hemos de aplicar aquello del “ya sí” pero “todavía no”. Vivimos en la esperanza. Nos ilumina el deseo, esta espera de alguna cosa -la familia en su plenitud- que no acabaremos de conseguir nunca. ¿Qué nos toca hacer, pues? Vivir el “ya sí”, crecer en el “ya sí”, abrirnos más y más al “ya sí” de todos los demás Grupos, porque sin los otros no podemos ser nosotros mismos.
Don Joan Lluís Playà